LEER: Desde los que hacemos posible Todos los Nombres de Porcuna, quisiéramos pedir disculpas a todas aquellas personas que se han puesto en contacto con nosotros a través de e-mail o facebook solicitando información sobre sus familiares, y que a día de hoy no les hemos contestado. Creo que son unas 25 peticiones las que tenemos sin atender, pero es que los medios de los que disponemos son escasos y el trabajo se nos acumula.

Gracias por vuestra paciencia, y esperemos contestar a vuestras peticiones lo antes posible.


- El monumento a la intolerancia y al fascismo se renueva en Porcuna (Jaén)
- El monumento a los "Caídos" sufre una gamberrada.
- Por la retirada de nombres y símbolos franquistas de Porcuna.
- Calles relacionadas con el franquismo y su exaltación en Porcuna
- La peculiar memoria histórica en Porcuna.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Porcuna: la tragedia de la Iglesia de Jesús y el Consejo de Guerra del 24 de agosto de 1939. III Parte.


Falangistas en el Ayuntamiento de Porcuna
Autoridades franquistas en la Porcuna de posguerra
Como decíamos anteriormente, Víctor Funes Pineda se convirtió en una verdadera pesadilla para aquellos que provenían de la zona republicana. La sed de venganza y el odio eterno hacia aquellos que él creía responsables de todas las desgracias familiares durante la contienda, lo convirtieron en el hombre más temido, y a la vez odiado de la localidad, que hasta el propio franquismo intentó olvidar no roturándole calle alguna, como había hecho con algunos de sus ancestros. Evidentemente no fue el único, pero resulta difícil comprender el omnímodo poder que llegó a tener en los primeros meses de posguerra; un poder que estaba por encima de la autoridad militar, del por aquél entonces primer juez instructor de la plaza, el teniente y abogado José Luis Amador Roldán; así como del resto de “autoridades”, como los Jefes Locales de Falange, los excautivos Salvador Gallo Aguilera, capitán retirado de caballería y Presidente de la Diputación de Jaén en 1940 y Javier Morente Garrido; el Secretario de FET, también excautivo, Alberto Barrionuevo López-Obrero; los alcaldes, Antonio Gallo Aguilera o el expreso Benito Garrido Palacios y demás poderes, incluidos los eclesiásticos. Solo la temida Guardia Civil, dependiente de la autoridad militar, aceptada las delaciones con la misma celeridad. A Víctor Funes nadie le puso freno, ni nadie puso de manifiesto sus abusos en esos primeros meses. Contó con la colaboración, el beneplácito y los medios necesarios, no sólo de las autoridades provinciales, sino de los terratenientes y caciques locales, que vieron en él un instrumento depurador contra la canalla marxista. Tampoco le faltaron matones del tres al cuarto para realizar el trabajo sucio. Así, entre los excautivos condenados por los Tribunales Populares de la República, se encontraban los antiguos pistoleros y lacayos del señoritismo o de la Falange porcunense, destacando por su crueldad en la represión personajes que han quedado fosilizados en la memoria colectiva de los vecinos de Porcuna, como Fernando Lupiáñez Ocaña, “El Vinagrero”, Matías Ruano Ortega, “El Municipal”, Benito Pérez Bellido, “Tranquilla”, Valeriano Párraga Quero, Ricardo Recuerda Millán, “Rabito Mona”, José Bermúdez López, “Pepón”, Tomás Aguilera Villa, conocido como “El Vizquillo” o “El Tambor”, y otros muchos al servicio de los vencedores. La crueldad de algunos de ellos con los prisioneros no tuvo límites. Así lo recoge por escrito un testigo que sufrió en sus carnes el presidio porcunense, Emiliano Rodríguez Garrote. Dicho salvajismo lo hemos confirmado también en las propias declaraciones de algunos de los verdugos o las víctimas en los expedientes sumariales de los consejos de guerra, siendo uno de los más explícitos y jugosos, documentalmente hablando, el abierto al que fuese secretario del ayuntamiento, Manuel Fernández García, del que luego hablaremos. Los malos tratos, las torturas y las muertes fueron tan frecuentes y sonados en la Porcuna posbélica, que hasta el propio juez militar, excombatiente durante la guerra y nada sospechoso de indulgencias, exigió a la gestora del Ayuntamiento el cese inmediato, primero de Matías Ruano Ortega y, segundo, del “Vinagrero”, como jefes del depósito carcelario. El cinismo histórico quiso que los dos fuesen unos de los primeros afiliados al PCE en Porcuna, cuando éste fue fundado en 1932 por el tosiriano y líder provincial comunista Cristóbal Valenzuela Ortega. El primero, pese a los atropellos cometidos, fue nombrado guardia municipal, ostentando importantes cargos policiales y de gestión consistoriales durante el franquismo; y al segundo, Fernando Lupiáñez Ocaña, ingresaría como guardia de campo, aunque su final fue al parecer trágico. El sustituto de éste sería José Moreno Vallejos, otro excautivo, que ostentó tan deplorable honor desde finales de septiembre de 1939 hasta el 9 de mayo de 1940, momento en el que es suplido por el Jefe de Policía de entonces, Ricardo Recuerda Millán, “Rabito Mona”, en un momento ya, donde la cárcel habilitada de Jesús había dejado de funcionar.

Continuará ...

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