LEER: Desde los que hacemos posible Todos los Nombres de Porcuna, quisiéramos pedir disculpas a todas aquellas personas que se han puesto en contacto con nosotros a través de e-mail o facebook solicitando información sobre sus familiares, y que a día de hoy no les hemos contestado. Creo que son unas 25 peticiones las que tenemos sin atender, pero es que los medios de los que disponemos son escasos y el trabajo se nos acumula.

Gracias por vuestra paciencia, y esperemos contestar a vuestras peticiones lo antes posible.


- El monumento a la intolerancia y al fascismo se renueva en Porcuna (Jaén)
- El monumento a los "Caídos" sufre una gamberrada.
- Por la retirada de nombres y símbolos franquistas de Porcuna.
- Calles relacionadas con el franquismo y su exaltación en Porcuna
- La peculiar memoria histórica en Porcuna.

lunes, 25 de junio de 2012

Rafael Higuera Reina, torturado y fusilado

La Sra. de Casares Quiroga en un Hospital de Sangre del frente Madrid. Estampa, 23.08.1936




El 13 de marzo de 1940, a las 7,00 de la mañana, cuando la ciudad de Jaén comenzaba a desperezarse, caía el cuerpo sin vida de Rafael Higuera Reina  tras una fuerte descarga cerrada de fusilería. No fue el único en ser asesinado en ese triste amanecer. Once jiennenses más, un industrial, un alpargatero, un albañil, un perito, dos agricultores, un campesino, un comerciante, un sastre, un maestro de taller y un corredor de aceites, cayeron maniatados cerca de la fosa 702 del cementerio de San Eufrasio, lugar donde yacen la mayoría de nuestros seres queridos masacrados por el fascismo más genocida que haya conocido España. Pocos días antes, un seis de febrero de aquel año, en las mismas tapias, con los mismos verdugos, fueron sacrificados en la pira de la barbarie y el irracionalismo más salvaje otros 16 porcunenses. ¡Cotidianidad!, el asesinato era una actitud cotidiana, diaria, sin retorno. A los pocos días, un 16 de marzo de 1940, la engrasada guadaña del matarife franquista volvía a actuar en el mismo lugar, asesinando a sangre fría a 14 personas, la mayoría oriundos de Torredonjimeno. En poco más de tres días, y casi un año después de haber finalizado la guerra, habían sido ajusticiados sin justicia alguna cerca de 30 personas en el cementerio de Jaén. ¡Sirvan como botón de muestra estos crímenes de lesa humanidad!. La victoria franquista, pese a los voceros neofascistas y demás revisionistas indocumentados, no trajo ni la paz, ni el alimento universal, ni la eliminación de la luchas de clases, y mucho menos el orden y el fin de la violencia. El argumento contrarrevolucionario con el que se justificó el golpe de estado en el verano de 1936, fue una argucia más para imponer la voluntad de un grupo privilegiado sobre la masa informe ciudadana. La militarada justificó su cuartelada en defensa del orden, contra el caos violento reinante y en defensa (que vendría después) de la fe católica. ¡El orden frente al caos, el comunismo, la masonería y la anti España!. Así, los defensores de la fe, los nuevos cruzados, siguieron y siguieron matando, provocando un caos y una violencia sin igual en la historia reciente de nuestro país. Con la victoria no llegó el orden y la paz, llegó más violencia, asesinatos, cárceles, hambre, epidemias, y el miedo, mucho miedo.

Pero volvamos a nuestro protagonista de hoy. Rafael Higuera Reina era uno de esos jóvenes de los años treinta que aprovecharon su estancia obligatoria en la milicia para reengancharse en ella, y así evitarle, de paso,  a su depauperada familia tener que alimentar otra boca más. No fue el único. Muchos jóvenes como él, al igual que hoy en día, se enrolaron en el ejército para conseguir un futuro mejor y escapar de paso de la miseria a la que son condenadas las familias de la prole. Rafael había nacido en Priego de Córdoba en 1914. Era uno de tantos que como jornalero deambulaban de un lugar a otro en busca de un jornal que le consolara el estómago. Se afincó en Porcuna, en la calle Velarde nº 5, casándose con Manuela, oriunda de estos lares, sin que dejasen descendencia.

Rafael Higuera Reina tenía 22 años cuando estalló la guerra. Se encontraba en Porcuna de permiso, sirviendo en el Regimiento nº1 de Wad-Ras, con destino en Madrid. A él se incorporó, desde la estación de Villa del Rio, el 2 de agosto de 1936, siendo asignado al 2º Batallón que comandaba Rafael Trigueros Sánchez-Rojas. En ese mes de agosto salieron en tren para Oropesa (Toledo), y de allí hasta Mesas de Ibor (Cáceres), para pasar más tarde al frente del Puente de Almaraz (Castañar de Ibor), donde estuvieron siete u ocho días restableciendo el orden quebrantado por los golpistas. Posteriormente volvería a El Escorial, con la mala fortuna de contraer una indigestión por el mal estado de la comida que afectó a todo el batallón, siendo detenidos, según él, todos los cocineros. Recuperados, salieron a los pocas jornadas para el frente de Peguerinos (Madrid), plaza que había sido ocupada por tropas marroquíes del ejército de África. Pocos días después, todavía en agosto, la población fue reconquistada para la República por las tropas que dirigía el legendario Modesto (Juan Modesto Guilloto León). En estos compases bélicos, Rafael Higuera fue herido en el pómulo izquierdo,  concediéndole  un permiso de “convaleciente” (sic) que disfrutó en Porcuna, siendo visitado en este tiempo por el médico local José Vázquez. Nos cuenta en su sumario que habló con Manuel Osuna, y le dijo que en El Escorial habían detenido a varios cocineros por una intoxicación. Recuperado de sus heridas, pocos días antes de ser “liberada” Porcuna por las tropas franquistas, regresó a su regimiento, siendo destinado al Batallón 857, de la 215 Brigada Mixta, del XX Cuerpo de Ejército Republicano, donde sirvió en los frentes de Teruel y Levante hasta el final de la guerra.

En Levante presumiblemente fue hecho prisionero tras la caída de los frentes de guerra. De allí,con toda probabilidad, fuese ingresado en un campo de concentración, hasta que fue clasificado y enviado a su localidad de acogida. A Porcuna llegó el 1º de junio de 1939, siendo el primero en recibirle el sargento de la Guardia Civil, el célebre Juan Rodríguez Rodríguez, que para nada le debió gustar que un militar profesional se mantuviese fiel a la República. Éste, aunque no firma el atestado de la detención, pero sí otros partes y documentos ese mismo día, consiguió de Rafael Higuera una confesión única y a la vez inaudita, es decir, de su puño y letra logró que firmase su autoinculpación en la comisión de cincuenta fusilamientos que supuestamente se realizaron en San Lorenzo de El Escorial en el año 1936. Además, como no eran pocos los crímenes, llegó a confesar también que había sido el jefe del pelotón de fusilamiento de otra persona más. Total: 51 asesinatos, que curiosamente coincide con los 51 agustinos fusilados en Paracuellos del Jarama por las milicias obreras. En El Escorial,según las fuentes consultadas por nosotros, no se produjo ningún asesinato por parte republicana; sí detenciones entre la comunidad religiosa, como veíamos anteriormente. Ni que decir tiene, que los supuestos crímenes cometidos por nuestro prieguense los consiguió el sargento de la Guardia Civil bajo coacción y tortura, tónica ésta última bastante común como hemos tenido ocasión de comprobar en varias entrevistas a descendientes de represaliados.


Iglesia de Jesús, antigua cárcel de posguerra
Iglesia de Jesús (Porcuna), convertida en cárcel habilitada durante la posguerra.

En el procedimiento sumarial abierto a nuestro vecino por el Juzgado Militar nº 25 de Porcuna, el mismo 20 de junio, fecha de su detención, en ningún momento consta documento alguno o relación nominal de los supuestos asesinatos cometidos en San Lorenzo de El Escorial. Tampoco aparecen los informes preceptivos de las autoridades militares, civiles y religiosas madrileñas; y menos aún declaración de testigo alguno. En suma, ningún indicio, salvo su propia autoinculpación, demostró que en el santo lugar se cometiera asesinato alguno. De hecho, en el primer informe rubricado por el alcalde de la época el 26 de junio, se dice que Rafael Higuera Reina “es desconocido en la ciudad”. Por el contrario, jornadas más tarde el Jefe Local de Falange y varios testigos ratifican los hechos contados por la Guardia Civil, sin entrar en otros detalles. Rafael fue de nuevo interrogado por el juez militar, narrandole a éste lo evidente, que él nunca participó en asesinato alguno, y que si firmó su autoinculpación fue por las coacciones y golpes propinados por la Guardia Civil en las caballerizas del cuartel. Sus testigos de descargo, el  médico José Vázquez Alonso, dice que lo “atendió clínicamente, pero que no puede opinar sobre su conducta político-social” y a Manuel Baudet López,  no se le tomó declaración, ni nadie se preocupó por buscarlo.

Sin justicia, sin ninguna garantía procesal, vejado y torturado en el cuartel de la Guardia Civil y en la Iglesia de Jesús, el soldado Rafael Higuera Reina, se personó ante tribunal militar constituido en la plaza de Porcuna un 24 de agosto de 1939. Cincuenta porcunenses, hombres y mujeres, como si del juicio final se tratase, fueron condenados aquel día en Porcuna. Presidía la pantomima judicial Antonio Escobedo Góngora, que solicitó para el procesado la pena de MUERTE por un delito de rebelión militar con agravantes y las responsabilidades políticas que correspondiesen. El 16 de octubre de 1939, el auditor de guerra en Sevilla aprobaría la sentencia.


Francisco Bohórquez Vecina, auditor de guerra en Andalucía durante la guerra y la posguerra
Francisco Bohórquez, el auditor de guerra al servicio de Queipo de Llano.

El 13 de marzo de 1940, ya en la prisión provincial de Jaén, le notificaron la sentencia a nuestro desdichado joven. Éste se negó a firmarla, como si con ello pudiese aún evitar la pena capital. Entró en Capilla a las 6,30 de la mañana para recibir los “auxilios espirituales” del cura de la prisión, el mismo que lo acompañaría a las tapias del cementerio para darle la extremaunción y confirmar su defunción.

A Manuela, su esposa, se la vio deambular por las calles de Porcuna con lágrimas en los ojos, peinaba moño atado y vestía de luto. Aunque era joven, muy joven, parecía una anciana de setenta años, los mismos que le habían arrebatado a su asesinado esposo. 


S.T.T.L

FUENTE:

- Sumario 2.851, legajo 83/3.323 Guerra Civil de Rafael Higuera Reina. Archivo del Tribunal Militar Togado Territorial Segundo de Sevilla. Consultado en junio de 2012.




Apartado de correos nº 47-23790. Porcuna (Jaén)
nombresporcuna@gmail.com


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miércoles, 20 de junio de 2012

A Manuel Salas, de su nieto Sergio Merino Salas


Manuel Salas Gascón en una foto de 1983
Foto: César Cruz
Noventa y un años dan para mucho. En todos los sentidos. Si eres el más cabrón de todos los humanos, te da tiempo a acabar con la raza humana. Pero si el día de tu funeral está todo un pueblo presente, si tu partido te hace un homenaje y si, a pesar de ello, tus no tan amigos políticos están presentes compungidos, es porque algo has tenido que hacer bien. Porque noventa y un años dan para mucho. En todos los sentidos. Si eres el más noble de todos los humanos, te da tiempo a redefinir la palabra hombre. 

Y si el día de tu muerte, en tu cama, en tu casa, te están limpiando los “sudores de la muerte” tus dos hijas, tiene que ser porque eres rico. ¡Cuántas fortunas completas pagaría don Amancio por tener esa suerte! Pues nació entre pobres, y así creció. Mientras miraba a través de los escaparates los jamones y los quesos, se preguntaba en la vida si llegaría a tenerlos en su casa. Cuando le preguntaba a su madre si había algo para comer, que tenía hambre, se preguntaba si tendría para darle de comer a sus hijos… No hay más ilustrativo que la foto de papa Juan (no hay otra forma de llamarlo a pesar de que sea mi bisabuelo) allá por los años cuarenta o cincuenta, ganando un premio en la feria real por hacer aguaderas. Enjuto y encorvado, con unos cincuenta o sesenta años, con un blanco y negro de la foto que hace que sea más fuerte aún el mensaje que quiere dar, papa Juan estaba sentado en la avenida Queipo del Llano, delante de la casa de Don Pedro Funes, haciendo sus aguaderas perfectas en el mínimo tiempo. Nació como pobre, en las cuatro esquinas, y murió como rico, en su casa, con sus hijas, en una calle con su mismo nombre. 

Porque Miguel de Cervantes tendrá miles de calles en España con su nombre. Hasta Pablo Iglesias las tiene. El generalísimo Franco las tuvo y las tiene. Pero de ninguno de ellos se puede decir que murieron en una calle con su mismo nombre. Más de diez años después de su salida de la política, con la cabeza aún aquí, con un acto discreto para algunos homenajeados, y con pompa y boato para otros, vio su nombre en dos placas en sendas esquinas de su calle, aunque en una de ellas durara dos días…

Pero no todo es oro, a veces solo reluce. Y no todo en la vida son luces… noventa y un años dan para mucho. 
Primera corporación democrática, abril de 1979
Primera Corporación democrática de Porcuna en 1979. Manuel Salas, alcalde, en el centro. Foto: César Cruz
Sin embargo, para eso están las balanzas, que no los juicios, y si la gente lo quiso, si la gente llora su ausencia, a pesar de que sus últimos años los dedicó a su familia y su casa, a su huerto y su lectura, a sus alucinaciones y búsqueda de las identidades de las personas que lo rodeaban, será por algo. 

Es por eso que desde Vigo, con la vista de su ría, con la piedra granítica que marca el carácter gris de la ciudad, acompañada hoy de viento desapacible y llovizna caladera, mojatontos, chirimiri… solo queda un miserere de fondo para que el día sea marcado en la historia por triste. 

Se ha ido. Y la impotencia por no poder estar allí es mucho más dura que la tristeza de que ya no está. Y es que uno elige en la vida. Estoy seguro de que él me diría que, hasta ahora, el camino es bueno. Pero siento que le he fallado. A pesar de que los últimos días los seguía en directo, buscando su bienestar, llorando su futura ausencia… 

Su último acto público fue hace unos meses, no más de tres. Siempre decía que el encontrar a una mujer buena era uno de los pasos más importantes de una vida. Suerte que llegó a conocer a Cris y a ver nuestra boda. Todavía lo escucho decirme “con paso firme…”. Y es que tiene frases que merecen pasar a la Historia, podría ser un Confucio de pueblo, un Sócrates actual…
Manuel Salas Gascón, Alcalde de Porcuna a las puertas del Ayuntamiento.
Manuel Salas, en 1980, invitando al pueblo a entrar en el Ayuntamiento. Foto: César Cruz.
Porque “la vida es un camino recto y las curvas se las ponemos nosotros”. ¿Cuántos años se han de vivir para llegar a esa conclusión? Exactamente noventa y uno. Nadie escarmienta en cabeza ajena, pero no hay nada mejor que alguien que te dé esos consejos. 

Una vida llena, una mujer con carácter (mi abuela, siempre presente, sesenta y cinco años juntos, que se dice pronto), buenos amigos, ideales fuertes, un hijo enfermo (el titotavio), unas hijas siempre a su lado, un hijo en la distancia, que en cada momento encuentra la posibilidad de rendirle homenaje y devoción… Una guerra, una huida, un campo de refugiados, una sensación del deber, un casi combate, un castigo, un servicio militar, mucha hambre… Que se escribe pronto, pero se lleva durante una vida…

Muchos nombres rondaron mi cabeza desde que era niño, sin saber aún qué era una guerra, qué era un rojo, quién era Franco. Torredelcampo, Siles, Bailén, Castel de Ferro, Granada, Rota, Teruel, Fascina, Tarifa… Todo eso lo aprendió él cuando tenía mi edad de entonces. Con quince años ya sabía qué era una guerra y un campo de refugiados;con dieciséis qué era vivir acogido en un pueblecito en medio de la sierra de las Villas; con diecisiete conocía qué era instrucción y qué era un vagón de mercancías,transportando personas, sin más ventilación que un roto (hecho a consciencia por aquellos de sus compañeros que no murieron en el viaje), y durante los años siguientes aprendió qué era un servicio militar de postguerra y qué era un camisa azul caprichoso armado y un capitán excelente persona. 
Entierro de Manuel Salas Gascon
Funeral de Manuel Salas Gascón el pasado 15 de junio de 2012. Foto: Arqvipo cedida Deporcuna.com
Todavía lo veo de pie en su terraza, asomado al balconcillo que da al huerto. Entreteniéndose con los pájaros, con sus pensamientos, con las hojas de las higueras meciéndose con el viento, con sus adentros… y acompañando ese mágico momento, como banda sonora, las latas que deberían espantar a los pájaros. Así seguirá en mi memoria hasta que me llegue el momento de perderla. 

Adiós Abuelo. Que tu recuerdo no se pierda nunca en Porcuna.
Sergio Merino Salas

19.06.2012
NOTAS:
- Sergio Merino Salas, nietos de Manuel Salas Gascón, remitió este texto vía e-mail el 19.06.2012.
- Primera corporación municipal democrática de 1979. Foto de César Cruz. Integrantes de la foto de izquierda a derecha:


D. Ricardo Jurado Dacosta (UCD)
D. Francisco Madueño Velasco (UCD)
D. Manuel Güeto Montilla (UCD)
D. Benito Pérez Delgado (UCD)
D. Celedonio Millán del Pino (PSOE)
D. Juan Gallego de la Torre (PSOE)
D. Manuel Casado Moreno (PSOE)
D. Manuel Salas Gascón (PSOE)
D. Francisco González Moreno (PCE)
D. Eduardo Ruiz-Capillas López (Secretario del Ayuntamiento)
D. Domingo Ballesteros Ruiz (UCD)
D. Rafael Lendínez Pulido (PSOE)
D. Luis Cabeza Millán (PSOE)
D. Cayetano Ruiz Vallejos (UCD)

Las notas son responsabilidad de Todos los Nombres de Porcuna; y las imágenes de sus autores.

domingo, 17 de junio de 2012

In memorian: Manuel Salas Gascón, por Juan M. Torres



NUESTRO ALCALDE D. MANUEL SALAS GASCON

Manuel Salas Gascón y Juan M. Torres el pasado 28 de febrero de 2010. Foto: Deporcuna.com

Buenos días, compañeros de corporación, autoridades, homenajeados y ciudadanos todos.

Para mi es un honor el subir hoy a este estrado para hablaros un poquito de una gran persona a la que todos conocemos y me consta que la vemos de una forma un poco especial, creo que como algo nuestro, de todos los Porcunenses, y eso es algo que subyace en las conversaciones donde aparece su nombre “Manuel Salas, el Alcalde” o cariñosamente “El Alcalde viejo”. Es un cargo que desde hace mucho tiempo acompaña a su nombre, dicen que el pueblo es sabio y el pueblo de Porcuna así lo conoce cuando habla de él, por algo será.

Pero vamos tratar de conocer un poquito mejor a Manuel y a saber por que razón está hoy aquí.

Manuel Salas, Manuel Salas Gascón nace en Porcuna a las diez horas de un día tres de Marzo de 1921 en la calle Sebastián de Porcuna, un barrio pobre de honrados jornaleros y trabajadores. Es su abuelo paterno Manuel Salas Ruiz quien le inscribe en el Registro Civil de Porcuna con el nombre de MANUEL BENITO. Este es su nombre completo. Es hijo del matrimonio formado por Juan Antonio Salas Ruiz, jornalero y Estrella Gascón González, ama de casa.

Su vida de pequeño transcurre en este barrio donde nació y aunque, como él dice, pasando fatigas y trabajando desde muy pequeño, como era normal en aquellas épocas, fue forjándose ese hombre que todos conocemos, cabal, idealista, formal, con una idea de la libertad y de la política, inculcada por su familia, por el tiempo en que le tocó vivir y especialmente por su tío Manuel Cobo Aguilera1, al que sigue recordando a día de hoy y que podemos decir que fue su maestro y que en su conjunto, le hacen una persona especial.

Manuel como hemos dicho era, y es, una persona comprometida con sus ideas socialistas y hubo de participar en la guerra civil en el bando republicano siendo muy joven, fue uno de los integrantes de la llamada quinta del chupe2, lo que le llevó a ser represaliado en los batallones de trabajo ideados por el régimen franquista, y después una vez liberado y para colmo, a realizar tres años de servicio militar, precisamente cuando su familia más lo necesitaba.

Pero no vamos a describir aquí las penalidades que pudo pasar nuestro homenajeado, sino que después de esta pequeña pincelada de su juventud, Manuel encuentra a quien va a ser su pareja, su esposa, esa persona que ha sido su gran punto de apoyo, la gran mujer que siempre se dice que hay, no detrás, sino, junto a cada hombre, hablamos de Luisa, Luisa Toribio Castillo, con quien contrajo matrimonio un 10 de Julio de 1947 en Porcuna.

De este matrimonio nacieron 4 hijos, Octavio, José, Marisa y Manoli y todos ellos forman también parte de lo que es y de cómo es Manuel Salas.

Pero la parte de la vida de Manuel que le ha llevado hoy a estar aquí es la que dedicó a sus paisanos, su vida política, su dedicación a su pueblo y a su partido el PSOE, en el que milita ininterrumpidamente desde la clandestinidad del franquismo.

Manuel pertenece a una generación de políticos irrepetibles, personas comprometidas con sus ideales y con una capacidad de sacrificio y de entrega que hoy se echan mucho de menos, compañeros y amigos suyos fueron Juan Zarrias, Cándido Méndez (padre), Alfonso Fernández, el recientemente fallecido Antonio Villargordo, etc. etc.

Manuel, al igual que el resto de sus compañeros de Porcuna, hubo de compaginar su trabajo con el aprendizaje, y robando tiempo a su familia, en los ratos libres, y sobre todo de noche, trasladarse con aquel Dian 6, al que ellos recuerdan con tanto cariño, y del que no faltan las anécdotas, a reuniones clandestinas en los pueblos de la comarca para formarse en la política y después poder llegar a ocupar cargos desde los que cumplir sus ideales de cambiar nuestra sociedad.

Todo esto dio sus frutos y Manuel Salas, uno de los refundadores del PSOE en Porcuna y por tanto en la provincia, consigue la Alcaldía de este su pueblo con los votos de la mayoría de sus paisanos.

In memorian: Manuel Salas Gascón (1921-2012)
Manuel Salas promete como alcalde el 19 de abril de 1979. Foto: César Cruz

Ahí comienza otra etapa diferente de su vida, Manuel se convierte en el Alcalde todos los Porcunenses un 19 de Abril de 1979 y como podemos imaginar comienza un trabajo difícil. Su entrada al Ayuntamiento supone un cambio para todo el sistema, y aunque esto implique el recelo hacia lo desconocido, la nueva corporación comienza su trabajo con la inestimable ayuda del Secretario de la misma, D. Eduardo Ruiz Capilla, del que no le faltaron nunca palabras al homenajeado para reconocer su imparcialidad y su inestimable ayuda, en definitiva su buen trabajo.

De esta corporación de 1979 y de la siguiente, que presidió este Alcalde, hubo logros para Porcuna que hoy disfrutamos y que hay que agradecer a su trabajo, dedicación y buen hacer; hablamos de nuestra escuela de Formación Profesional, cuya gestión comenzó el anterior Alcalde y culminó con Manuel en Septiembre de 1979. Ésta, junto al aula de Educación de adultos, conseguida también durante su mandato, han supuesto un gran avance en la formación de los ciudadanos de Porcuna.

También hemos de hablar de la remodelación del campo de fútbol, y de la antigua biblioteca, de la instalación del Museo Arqueológico, del nuevo edificio de correos, la construcción de la piscina municipal que aun hoy disfrutamos, el hogar del pensionista, el ambulatorio de la seguridad social, el INEM, las viviendas sociales, etc. etc.; y por supuesto y quiero resaltar esto, el comienzo de las obras de una residencia de mayores, proyecto en el que ha seguido trabajando después de su cese como alcalde, con el que ha demostrado su especial sensibilidad por los mayores y el que junto con otros paisanos y paisanas con los que trabajó codo con codo, han visto culminado con la puesta en marcha de la misma hace unos años. A él también le debemos una parte importante de esta realidad.

Estos son los logros de una corporación basada en el trabajo por los ciudadanos, la transparencia y la economía, y buena prueba de ello es que con Manuel Salas se confecciona en el Ayuntamiento de Porcuna el primer presupuesto municipal que va a ordenar los ingresos y los gastos del Ayuntamiento y que al final de su mandato nos deja un Ayuntamiento, que encontró endeudado, con un importante superávit económico con el que poder comenzar a trabajar la nueva corporación a la que dio paso.

En definitiva, hablamos de un hombre llano, amable, honrado, entregado a su pueblo, respetado y querido por sus compañeros de gobierno y por los de la oposición, un demócrata con una claridad de ideas que no dejan lugar a dudas y del que quiero que se queden en el día de hoy con una imagen y unas palabras que podemos ver en su saluda del Programa de Feria Real de 1980, donde aparece una fotografía suya en los escalones del Ayuntamiento con los dos brazos extendidos hacia la puerta, invitando a entrar y dentro del texto del saluda dice literalmente: “Pasar, pasar todos, por que esta casa es de todo el Pueblo, para servir a chicos y a grandes con la mayor corrección y justicia”. Esta bien pudiera ser la imagen de la vuelta de la democracia a Porcuna.

Calle Manuel Salas, Porcuna.
La antigua calle Comandante Franco, desde 2010 lleva el nombre del primer alcalde de la democracia

Por todo ello, por que supo utilizar la razón cuando le faltaron conocimientos, por su vida entregada a la causa de la democracia, la justicia, la igualdad y la solidaridad, por que dedicó sus mejores años para que hoy vivamos libres, esta corporación, por unanimidad ha decidido que Manuel Salas no puede seguir viviendo en una calle llamada comandante Franco, por lo que hemos decidido que por sus méritos y por que el pueblo de Porcuna así lo quiere, esa calle en la que vive lleve su nombre.

Manuel, en nombre de la corporación de la que tengo el honor de formar parte y por tanto en el nombre de todo el pueblo de Porcuna, gracias compañero.

Juan M. Torres Gutiérrez.
28 de febrero de 2010


Dicho texto fue pronunciado por Juan Manuel Torres Gutiérrez el 28 de febrero de 2010, con motivo del homenaje de Porcuna a sus “Hijos más Ilustres”, donde se le dedicó y rubricó la antigua calle Comandante Franco, por Manuel Salas, a propuesta de APLI.

El pasado 14 de junio de 2012, en su casa de Porcuna (Jaén), arropado y querido por los suyos, fallecía Manuel Salas Gascón a la edad de 91 años, el que fuese primer edil democrático de nuestra localidad tras la rebelión militar del 17 de julio de 1936.  La vida de Manuel, su familia y por desgracia, la de millones de españoles,  está vinculada íntimamente a la dictadura de Franco. Como antifranquista combatió en la guerra de España contra el fascismo; como antifranquista sufrió los campos de concentración, batallones disciplinarios, la llamada "mili de Franco" y las privaciones de los vencidos. Como demócrata, combatió al franquismo en la clandestinidad en nombre del PSOE, para convertirse en 1979 en el primer alcalde democrático de Porcuna. Vivió, que no nació,  en la Calle Comandante Franco (El Cantón), nombre que paradójicamente obtuvo durante el bienio negro de la II República, en honor a la represión ejercida por el general contra los asturianos en 1934. Hombre moderado, ecuánime y enemigo de los radicalismos, no utilizó nunca su posición y alcaldía, ni siquiera para cambiarle el nombre a la calle donde vivía, pese a simbolizar la faltas de libertades que tanto ansiaba el pueblo. Sería una corporación municipal regida por un gobierno del PP, a propuesta de APLI, los que en un gesto sin precedentes cambiasen el nombre de la Calle Comandante Franco, para otorgársela en eterna gratitud a Manuel Salas, que es como hoy en día se conoce al antiguo camino de los "cantones".

Descanse en paz.

Estas notas y los pies de página son responsabilidad de Todos los Nombres de Porcuna.

1Manuel Cobo Aguilera fue varias veces Teniente de Alcalde y concejal por el PSOE durante toda la República. Amigo íntimo de Rafael Montilla, sufrió la represión franquista de posguerra, viendo morir a su amigo en Baza. Los numerosos avales enviados desde Porcuna por sus convecinos le salvaron la vida. Pasó una larga temporada en la cárcel, volviendo finalmente a Porcuna, donde falleció en 1952.
2Manuel Salas fue llamado a filas en 1938, con 17 años,  en lo que se llamó la “Quinta del Biberón”. Estuvo en los frentes de Granada, en concreto en Motril. Finalizada la contienda es detenido y transportado, junto a su amigo Benito González Molina, a Teruel ingresando en los batallones disciplinarios de trabajo.


sábado, 16 de junio de 2012

Buscamos a Demetrio Bellido Píñar, "Bizco Píñar"

Panorámica de Porcuna tras la guerra civil
Porcuna en los años cuarenta tras la guerra

Un personaje crucial para comprender los tiempos convulsos de la República y la guerra en Porcuna, fue sin duda Demetrio Bellido Píñar, apodado como "Bizco Píñar" (sic). Este joven socialista, cuya familia era oriunda de Higuera de Calatrava, barbero por tradición familiar,  en 1936 formó parte de las Juventudes Socialista Unificadas. Su compromiso político lo llevó  durante la década de los años treinta a encabezar todas las manifestaciones y conatos revolucionarios que se produjeron durante la República. Compañero inseparable de Manuel Cobo Castillo, muerto en el frente de Madrid en 1937, defendió Porcuna del asedio fascista en el invierno de 1936, para posteriormente refugiarse en tierras jiennenses.

Poco es lo que sabemos de él, salvo que finalizada la guerra logró embarcar en el Stambrook rumbo a Orán (Argelia), desde el puerto de Alicante un 28 de marzo de 1939. Allí sería internado en alguno de los campos de concentración franceses y utilizado como mano de obra esclava. De allí pasó a Francia, y posteriomente, según noticias orales, a Bégica, donde se casó y formó una familia.

La represión franquista se cebó sobre su familia, quizás por las implicaciones políticas y reivindicativas de éste a lo largo del periodo republicano. Así, su madre, afiliada al PSOE, Modesta Píñar de Torres, fue fusilada sin miramientos el 22 de enero de 1937 en Córdoba. Tenía 62 años cuando fue ejecutada. Su padre, Manuel Bellido Pérez presuponemos que hubiese fallecido antes de la guerra según la documentación consultada; pero dos tíos suyos sufrieron, al igual que su madre, la represión directa de los africanistas. Así, Manuel Píñar de Torres fue fusilado también en Córdoba un siete de abril de 1937, y el otro, Teodulo Píñar de Torres, también barbero, fue condenado por un tribunal extrajudicial a 12 años y un día de cárcel, siendo finalmente desterrado a Alcaudete en 1943.
Como decimos, la represión franquista no solo segó las vidas de varios de su miembros, encarceló a otros y mandó al exilio a nuestro protagonista, sino que todos los bienes de los que dispusieron fueron incautados por los vencedores. Demetrio tenía dos hermanos, Ofelia y Estanislao (posiblemente exiliados también), de los que tampoco tenemos ninguna noticia.

Agredeceríamos, como siempre, cualquier información sobre la vida de estas personas, que creémos pudieran arrojar bastante luz a nuestras investigaciones. Gracias.

Apartado de correos nº 47-23790. Porcuna (Jaén)

Rogamos la máxima difusión entre vuestros contactos 

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La justicia de Queipo, de Francisco Espinosa

sábado, 9 de junio de 2012

A Santiago Fernández Garrido no lo han podido borrar de la Historia

Casas bombardeadas en Porcuna
Oficiales de Teniente Coronel Redondo contamplan los daños provocados por la aviación



A nadie le llamará la atención ya, después de haber sido investigados miles de rincones de nuestra geografía, que los militares rebeldes alzados en armas contra la legítima y soberana República, utilizaron como táctica de guerra (muy cercana al genocidio) la “limpieza ideológica y social” que se venía practicando en el protectorado marroquí. Sólo habría que echar un vistazo a la obra de Arturo Barea para comprender los “métodos” represivos utilizados por los legionarios y regulares contra una población civil indefensa, que con frecuencia fue pasada a cuchillo, diezmada, y vejada. Esta “estrategia” del terror, practicada sin tapujos en Andalucía y Extremadura como magistralmente nos ha narrado Francisco Moreno Gómez en varias de sus obras, estuvo pensada y elaborada desde mucho antes del fatídico 17 de julio. No nos hartaremos de repetir  la soflama incendiaria de Mola meses antes de la rebelión: “es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como nosotros. Tenemos que causar una gran impresión, todo aquel que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado” (Instrucción Reservada. Base 5ª. Mayo 1936).

La brutalidad, la llamada eufemísticamente “limpieza”, las detenciones, violaciones, fusilamientos, y otras execrables sevicias, amparadas en los llamados bandos de guerra, fueron de tal magnitud que los golpistas intentaron por todos los medios borrar los crímenes cometidos. Las cunetas y los cementerios quedaron colmados de cadáveres; los registros civiles o de cementerio se prestaban a silenciar los asesinatos, y si no era así, se certificaba la defunción bajo absurdas excusas, como “estrangulamiento”, “anemia”, “hemorragia interna”, … y otras perífrasis. Nunca, y decimos bien, sabremos el número total de víctimas que provocó lo más rancio y casposo del autoproclamado Ejército Nacional Africanista. ¡Nunca tan pocos, hicieron tanto daño a toda una Nación, que renunció constitucionalmente a la guerra como medida  para solucionar sus diferencias!.

Un ejemplo visible, palpable, con nombres y apellidos, olvidado como tantos, defenestrado y condenado a esa amnesia colectiva que nos impuso la transición, el posfranquismo sociológico y el revisionismo actual de tintes periodísticos, es nuestro convecino Santiago Fernández Garrido. Se trata de un ejemplo, de otro más, de la ocultación de la comisión de un crimen, que ni el mismo franquismo pudo ocultar. ¡Nos dejó demasiadas pistas a los historiadores, demasiados cadáveres mal enterrados!.

Por desgracia, para acercarnos a la vida de Santiago Fernández Garrido, debemos empezar por su defunción. Ésta se inscribió en el registro civil de Porcuna un 20 de abril de 1943, presuntamente porque el Tribunal de Responsabilidades Políticas así lo exigiese. De él sabemos que nació el 5 de julio de 1914, natural de Porcuna, hijo de Santiago y Desamparados, con domicilio en la calle San Juan, nº 8, de profesión, industrial (posiblemente dependiente) y de estado soltero, sin descendencia. En ella se dice que falleció en Córdoba, “donde accidentalmente se encontraba” el 7 de abril de 1937 a consecuencia de “los sucesos de la guerra pasada” (sic). Tenía 23 años. Podríamos pensar ingenuamente que los custodios del juzgado municipal eran unos cínicos, unos hipócritas; pero no, no lo eran, o por lo menos no en este aspecto. Los empleados judiciales sabían perfectamente la causa de la muerte de nuestro joven paisano, es más, sabían porqué se encontraba “accidentalmente” en Córdoba, la fecha exacta del óbito, y lo más importante, la tragedia que conllevó la “accidentalidad”, y que ellos pretendieron ocultar con una frase cargada de ambigüedad: “los sucesos de la guerra pasada”. Efectivamente se encontraba en Córdoba, pero no de manera casual, voluntaria, sino detenido por las tropas africanistas que entraron a sangre y fuego en Porcuna un 1º de enero de 1937; y su muerte, aunque utilizasen como perífrasis “los sucesos de la guerra pasada”, en realidad se trató de un fusilamiento, de una ejecución extrajudicial, de un asesinato condenable, de una tesela más del mosaico genocida del franquismo. Su cadáver yace en la fosa común del cementerio de San Rafael de Córdoba. 



La maquinaria rebelde no se contentó con la detención. Así, el 27 de enero de 1937, a los pocos días de haber sido detenido, el subalterno del Capitán Carazo, omnipotente comandante de la plaza de Porcuna, teniente de la Guardia Civil Juan Castillo Mena, como juez instructor en estos casos, abrió expediente de incautación de bienes contra el joven Santiago Fernández Garrido, en virtud de distintos bandos dictados por los rebeldes con fecha de 18 de agosto y 8 de septiembre de 1936. La Gestora Municipal nombrada por el Capitán de la Guardia Civil Francisco Carazo Carazo, dueño y señor de Porcuna durante la guerra, juez de horca y cuchillo, que decidió en gran medida la suerte vital de muchos paisan@s, quizás ante la impotencia de no poder “liberar” Torredonjimeno, de donde era oriundo; no tardó en prestar sus “servicios” y delaciones en contra de los huidos o detenidos ya. Así, de esta manera, testificaron en contra de Santiago, Antonio Gallo Aguilera, que dice de él que “era un esaltado” (sic), que “si bien no tuvo armas en la mano”, sus deseos eran los de “quemar la iglesia”, que servía de cárcel a los presos de derechas. Francisco A. Ruiz Ollero, maestro nacional,  miembro también de la Gestora, dice que es “de rumor público” que “hacía manifestaciones a favor de las hordas marxistas, y que es un muchacho de carácter violento y mudable”. También dice de él que su carácter es “nervioso y esaltado” (sic), pero que no lo vio con armas en la mano. Emiliano Vallejos Molina, labrador, en oposición al jornalero o campesino, es decir, que posee tierras, dice que “frecuentaba la taberna de un tal Méndez (en otros documentos aparece como Lendínez) huido con los rojos y de ideas extremistas”. Nos dice también que nunca llevó armas, que participó en mítines, pero “ignora que haya cometido algún crimen”. José Vázquez Sancho (sic) /Alonso/ , médico, dice de él que “le extraña fuese comunista teniendo capital”, resaltando  “que lo ha visto leer con convicción la prensa izquierdista, alegrándose de su contenido”. Tres detalles nos aporta el futuro munícipe franquista, uno, que tenía cierto desahogo económico, al poseer algunas tierras; dos, que sabía leer, y además la prensa izquierdista; y tres, que el comunismo es incompatible con el capital. Otro gestor, Jesús Morente Ruiz, administrador de loterías, dice que cuando Porcuna “estaba en manos de los rojos”, tenía “un genio ligero y fuguilla”. Esa fue su declaración y punto. También Rafael Izquierdo, comerciante y gestor en los primeros días tras la ocupación rebelde de Porcuna, también nos dice que por “rumor público era de ideas avanzadas”, suponemos que por lo retrógadas de las suyas.

 "Muros de la Memoria", cementerio de San Rafael (Córdoba)

Así, sin tener en cuenta la opinión del acusado, y menos aún de algún testigo de descargo que no fuese de la parte del novio, a Santiago Fernández Garrido, detenido ya, y con sus huesos en la prisión de Córdoba, se le procedió a hacer inventario de sus bienes “de toda clase”. Después, el Juez Instructor, aplicando los respectivos “bandos” concluye que “este individuo tenía actividades (¡) y hecho propagandas encaminadas a la implantación de un régimen Marxista en España, habiéndose opuesto al legítimo Ejército Nacional (el subrayado y la cursiva son nuestras) como los demuestran (sic), los informes y declaraciones” anteriores. Continúa: “este individuo ha sido sancionado a propuesta de la Comandancia Militar de esta Plaza (Carazo) y de orden del Coronel Jefe del Sector a la pena de destierro que en la actualidad se encuentra cumpliendo (...). Porcuna, uno de abril de 1937”. Destierro, que hay que advertir, cumplía por imposición, en la cárcel de Córdoba poco antes de ser fusilado. Estas fueron las pruebas, argumentaciones, y de paso sentencia ejecutoria en aplicación del bando de guerra, pues no tuvo juicio alguno, salvo el “rumor público”, la lectura de prensa izquierdista, y algo importantísimo, haberse opuesto, suponemos que con el verbo y la lectura (armas de destrucción masiva, sin duda) al “legítimo ejército nacional”. Finalmente resultó que no era un ”capitalista”, por poseer su madre tres hectáreas de tierra, en palabras del Sr. Vázquez, sino que en realidad eran tres fanegas y media de tierra calma, como consta en el expediente.

De este modo, en un oficio rubricado por el que fuese juez municipal, Antonio Barranco, fechado en Porcuna el 19 de octubre de 1937, se dice de nuestro desafortunado paisano, que era de filiación izquierdista, que profirió palabras ofensivas contra las personas de orden que fueron detenidas. Dicho “sujeto”, nos cuenta Barranco, fue detenido “por las autoridades militares al ser liberada la ciudad por ser un elemento de una conducta irregular y perturbadora (sic)”.

Finalizada la instrucción del expediente, sobre éste no se “dictaría sentencia” hasta después de la guerra, en aplicación ya de la Ley de 9 de febrero de 1939, sobre Responsabilidades Políticas, una ley que no sólo expolió y robó los bienes a las instituciones republicanas o de izquierdas, sino a los sindicatos y a los vencidos. De nuevo, reabierto el caso, en un oficio de la Guardia Civil se dice de Santiago Fernández, que “pertenecía al Partido Republicano Radical” (partido precisamente que no se caracterizó por su ideología marxista o izquierdista); “hizo propaganda callejera (...), usó armas (recuerden que los gestores municipales durante la guerra decían que no se le vio con armas), fue detenido al ser liberado este Pueblo y se dice que ha fallecido (¿sarcástico, no?); no se le reconocen bienes de ninguna clase”. En otro oficio, del Delegado Local de Falange, dice lo mismo, que “fue detenido, y que según rumores, se encuentra fallecido”; dato que también confirma con idénticas palabras el cura-párroco, Ramón Anguita y el alcalde, Benito Garrido Palacios en mayo de 1941.


Franco con el alcalde Cristóbal Muñoz Rodríguez en las escalinatas de la Parroquia de la Asunción. 5 de junio de 1951
Franco con el alcalde Cristóbal Muñoz Rodríguez (Porcuna, 1951)

El Juzgado Provincial de Jaén de Responsabilidades Políticas en oficio remitido al juzgado de Porcuna (abril de 1941), le requiere, en lo que parece una broma de mal gusto, que tome declaración al imputado. El juez, Cristóbal Muñoz Rodríguez, que sería alcalde en los años cincuenta, y que durante la guerra perteneció al cuerpo médico del ejército republicano, nos dice, seguramente con sorpresa o intentado por todos los medios negar lo evidente, es decir, el asesinato, que “Santiago Fernández Bellido (sic) fue detenido en el mes de enero de 1937, ignorándose su paradero” (18 de abril de 1941). En noviembre de ese año, la Guardia Civil de Porcuna, reconoce ya lo evidente, y afirma que Santiago Fernández fue “ejecutado en Córdoba el 7 de abril de 1937”. ¿Por qué entonces, en su partida de defunción se hace constar que murió a consecuencia de “los sucesos de la pasada guerra”?. ¿Por qué no constó, simplemente, que había sido fusilado?. Simple, ocultar el crimen, para así borrar cualquier indicio del asesinato cometido; para borrar su nombre de la Historia, en suma.

El procedimiento de incautación de bienes continuó; y así, la madre de la víctima, Desamparo Garrido Vallejos, con domicilio en la Plaza de San Juan nº 8, firmado de su puño y letra dijo tener tres fanegas y media de tierra calma en el sitio conocido como Cerro del Sacristán, con un valor aproximado de 2.500 pesetas. Finalmente, como si de una pesadilla se tratase, el 23 de octubre de 1943, se aprobó por el juzgado de Martos el sobreseimiento del acto, acordándose la cancelación de cualquier clase de trabas y embargos.

Así, como si nada hubiese ocurrido, como si el asesinato de Santiago Fernández no hubiese existido, la pseudojusticia franquista, cargada de solemnidad, daba por finalizado un procedimiento que paradójicamente nos ha dado las claves del crimen cometido. No sabremos si Franco respondió ante Dios de sus hechos; pero sí podemos afirmar, que lo está haciendo ante la Historia. Descanse en paz.

Fuentes y Bibliografía:
   

Apartado de correos nº 47-23790. Porcuna (Jaén)

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