LEER: Desde los que hacemos posible Todos los Nombres de Porcuna, quisiéramos pedir disculpas a todas aquellas personas que se han puesto en contacto con nosotros a través de e-mail o facebook solicitando información sobre sus familiares, y que a día de hoy no les hemos contestado. Creo que son unas 25 peticiones las que tenemos sin atender, pero es que los medios de los que disponemos son escasos y el trabajo se nos acumula.

Gracias por vuestra paciencia, y esperemos contestar a vuestras peticiones lo antes posible.


- El monumento a la intolerancia y al fascismo se renueva en Porcuna (Jaén)
- El monumento a los "Caídos" sufre una gamberrada.
- Por la retirada de nombres y símbolos franquistas de Porcuna.
- Calles relacionadas con el franquismo y su exaltación en Porcuna
- La peculiar memoria histórica en Porcuna.

lunes, 24 de enero de 2011

El Consejo de Guerra de 24 de agosto de 1939 en Porcuna

CONSEJO DE GUERRA SUMARÍSIMO CELEBRADO EL 24 DE AGOSTO DE 1939 EN PORCUNA.

Gracias a la obra inédita de Emiliano Rodríguez Garrote, “Odisea de un antifascista en la posguerra de Franco” (1981) contamos con una fuente de información nada desdeñable a la hora de poder reconstruir los duros años de la posguerra en Porcuna. Rodríguez Garrote habla en su libro que el día 24 de agosto de 1939, con un sol de justicia, fueron sacados de la cárcel habilitada de la Iglesia de Jesús, cuarenta y cinco presos entre hombres y mujeres. Por el momento, nosotros, hemos localizado en distintas fuentes, pero sobre todo en los expedientes sumarísimos de urgencia a los que fueron sometidos, a treinta y dos personas que vivieron, al igual que Rodríguez, aquella tragicomedia de una tarde de verano en lo entonces fue juzgado militar, es decir, el antiguo palacete de los Funes, hoy Cafetería del Sibaris. Veinticinco de ellos fueron condenados a muerte esa día.
Juicio multitudinario de posguerra en Madrid

En aquella época, y por la cantidad de presos que había en los pueblos y campos de concentración adyacentes, en Porcuna lo que había era un juez instructor de expedientes, a la sazón teniente, y conocido como José Luis Amador Roldán, asistido por un secretario, el sargento Rafael Campas Moreno. Dichos expedientes nacían en la sede de Falange, apoyados al unísono por los informes del Alcalde, la Guardia Civil y el Cura Párroco. Una vez instruido el expediente, un tribunal itinerante procedente de Córdoba dictaba sentencia según “los delitos” cometidos por los perdedores de la contienda. Dicho Consejo de Guerra estuvo presidido por Antonio Escobedo Góngora, cuatro vocales, Manuel Sánchez Segura, Juan Victoriano Barquero Barquero, Manuel Barros Soler y Gregorio Hernández Vélez y un ponente Rafael Blázquez, que suponemos que hizo de fiscal. De secretario hizo Domingo Liébana Checa.

Pero dejemos a Emiliano Rodríguez Garrote, relatarnos qué ocurrió aquella tarde estival en el centro del pueblo, ante la mirada y la curiosidad de las gentes de Porcuna:

“ Los vencedores proclamaban a los cuatro vientos que estaban forjando una nueva España, ¿pero sobre qué base se fundaría esta nueva España?. Por depronto en lo que se refería a justicia, nosotros podíamos comprobar que aquello era un verdadero asco, una cuadrilla de asesinos encaramados en los improvisados Tribunales sin el menor atisbo de moral pisoteaban los derechos humanos como si de animales inferiores se tratara. En Porcuna, el sagrado reglón de la Justicia discurría del siguiente modo: en la inmunda taberna de Tranquilla se reunían los matones de Falange formando una especie de Consejillo. Éstos se encargaban de instruir el correspondiente expediente a cada uno de los presos de la Iglesia de Jesús. Donde no había causa se inventaba y para ello no había cosa mejor que inspirarse en una buena botella de vino de Montilla; después averiguaron que aquellos luctuosos expedientes tenían que ir firmados por el propio acusado; pero según ellos, aquello no era problema. De la firma se encargarían los siniestros verdugos Matías Ruano, Gila, El Rubio de la Morena, el Zapatillero, Gronzón y los que fueran necesarios, pues cuervos de esta talla siempre estaban merodeando por los alrededores de la casa de Falange dispuestos a hacer un bien por “La Patria”.

Varios expedientes de Consejo de Guerra consultados por nosotros

Desde la casa de Falange el expediente iba a parar al juzgado militar que lo habían instalado en la casa más céntrica del pueblo (donde hacía años estuvo el bar Regio). El Sr. Juez, que por cierto fue descrito en el capítulo anterior, era una Teniente macrocéfalo que al ponerse novio con la hija del Rubio Adana puso a su disposición de los fascistas del pueblo los instrumentos de la Justicia. Quienes conocen el montón de arbitrariedades cometidas a la sombra de aquél pernicioso juzgado son Celia Adana y una hija de Aroles que, a la sazón, servían de mecanógrafas al improvisado Juez instructor. Así las cosas, llegamos al día 24 de agosto de 1939, en que se movilizaron toda la Falange del pueblo y la Guardia Civil, para ellos aquél era un día de fiesta.

Abrieron las puertas de la Iglesia de Jesús, penetraron en tropel y se situaron en el centro de la nave. Entonces, uno de los componentes del grupo con un papel en la mano iba leyendo nombres, de forma que a los nombrados los iban amarrando con cuerdas de dos en dos, al tiempo que los sacaban a la calzada exterior de la iglesia.

Detrás de los presos situaron a las presas atadas como nosotros; en esta disposición quedó formada una larga columna fuertemente escoltada por aquella patulea de falangistas y de guardias civiles. El que mandaba las fuerzas ordenó la puesta en marcha y con paso lento fuimos subiendo por la Avda. de los Mártires (la avenida de los Mártires arrancaba desde la misma iglesia de Jesús hasta la mitad de la Carrera y fue bautizada por nosotros con miras a si alguna vez volvía una Democracia se le pusiera este nombre respondiendo a los deseos de aquellos mártires que tantas veces había sido conducidos hasta la casa de la Falange). A nuestra entrada en la Carrera pudimos ver que, en las aceras y los balcones se encontraban atestados de público sediento de espectáculo, por lo que indirectamente se hacía copartícipes de aquella tragedia, así mismo, el trayecto de nuestro recorrido estaba salpicado de centinelas del cuerpo de la guardia civil y de falangistas uniformados. La columna la formábamos cuarenta y cinco presos entre mujeres y hombres quedando el resto de los detenidos en la iglesia. (...)

Iglesia de Jesús, habilitada como cárcel y centro de torturas en la posguerra (Deporcuna.com)
Por fin, fuimos pasando al edificio reseñado y a medida que entramos nos iban sentando en unas cuantas filas de bancos de madera que había traído de las escuelas para este fin. Las compañeras presas ocupaban los bancos delanteros mientras que a nosotros nos tocaron los de la parte trasera. A un metro de altura y delante de los bancos se levantaba un tablado a especie de un gran escenario que, a su vez, se dividía en tres partes: una parte central en la que figuraba una gran mesa con una jarra de agua, varios vasos y a su alrededor algunas sillas enguantadas.

La parte de la derecha era un gran palco atestado de sillas que delataban claramente serían para espectadores de categoría y, por último, en la parte izquierda dejaron un espacio en el que había dos mesas con varias botellas de licor y vasos en abundancia.

Este conjunto se asemejaba a un teatro en el que solo faltaban los cómicos. Los presos permanecimos sentados en los bancos, atados los unos a los otros y vigilados por una sección de guardianes con el arma sobre el brazo dispuestos a todo.

A las seis en punto de la tarde fue ocupado el palco de la derecha que estaba reservado a las señoritas y señoritos fascistas del pueblo. En sus rostros resplandecía la alegría propia de asistir a una fiesta extraordinaria; en cuanto al escenario central fueron ocupadas todas las sillas por unos pajarracos huesudos, vestidos de negro, muchos de los cuales portaban largas barbas, mientras que sus narices judáicas soportaban enormes lentes.

Según mi criterio personal nos encontrábamos ante un tribunal fascista extraído de las entrañas de algún convento con el fin de cubrir las necesidades, puesto que aún no les había dado tiempo para improvisar un Cuerpo Jurídico Franquista.

Antes de dar comienzo a aquella farsa, Ramón Francho, yerno de la tía fea, se acercó a la mesa y plantificó un gigantesco crucifijo que serviría de alegoría y respaldo al grupo misterioso que constituía aquel Tribunal. Por fin, el acto dio comienzo a una indicación del que hacía de Presidente. De un extremo de la mesa se levantó un cuervo que tomando una hoja de papel comenzó con hacer un panegírico que bien visto, no guardaba relación con el acto que allí se celebraba.

A la derecha,  antiguo palacete de la familia Funes, lugar donde se celebraron los juicios de 1939. (Deporcuna.com)

Mezcló los Campos de Castilla con los campos de Extremadura, la industria de Bilbao con las altas chimeneas de Cataluña, para después venir a parar a la riqueza castrense de nuestra Patria personificada en el Caudillo Franco, providencial Jefe del Estado Español y en nombre del cual, este Tribunal - palabras de aquél cuervo- plasmaba la más estricta justicia. Esta perorata arrancó un fuerte aplauso de los componentes del palco de la derecha del escenario, o sea de la señoritas y los señoritos del pueblo de Porcuna y, quizás de algún forastero que había sido invitado a presenciar la pulcra forma de condenar a los “Rojos” de nuestro pueblo. Después, como si todo estuviera prefabricado, dejó aquellas hoja que tenía en sus manos y que le sirvió de lectura y tomó otro de encima de la mesa; acto seguido comenzó diciendo: “Como Ministerio Fiscal me permitiré dar lectura a los nombres que siguen”: desde fulano de tal a zetano, comprendiendo veinticinco nombres de presos de los que nos sentábamos en los bancos, incluyendo nombres de alguna mujeres - dijo - se les impone la pena de muerte. Después y con el mismo papel en sus manos pronunció el nombre de otros doce presos más a los que, según él, se les imponía treinta años de condena y, por último se refirió a ocho presos más a los que les correspondieron veinte años de condena. En cuanto a mí, no llegaron ni a nombrarme (...).

Terminado el veredicto los grajos negros que constituyeron aquel tribunal volante pasaron al palco de la izquierda donde les aguardaban las dos mesas descritas anteriormente repletas de botellas de licores”.

Entre las condenadas de aquél día había varias menores de edad (una de 15 años y otra de 16), que sin ningún escrúpulo fueron condenadas a elevadas penas de cárcel, por haber vestido ropas de las monjas de San Benito u otros hechos similares.

Pasamos a relacionar, por el momento, a las 32 personas que hemos localizado y que ese día 24 de agosto fueron juzgadas y condenadas por los tribunales fascistas:

1.- Cabezas Acuña, Eulogio. “El de Remedios”. Fusilado. 6-2-1940.
2.- Casado Gallego, Juan. “Belén”. Fusilado. 6-2-1940.
3.- Cobo Casado, Juan. “Joroba”. Fusilado. 6-2-1940.
4.- Garrido de la Hoz, Pablo. “Pacharca”. Fusilado. 6-2-1940
5.- González Gutiérrez, Rodrigo. “El de la Churra”. Fusilado. 6-2-1940.
6.- González Requena, Francisco. “Morrina”. Fusilado. 6-2-1940.
7.- Jaén Millán, Manuel. “Taratatí”. Fusilado. 6-2-1940.
8.- López Méndez, Antonio. “El Méndez”. Fusilado. 6-2-1940
9.- Morente de la Torre, Benito. “El Dinde”. Fusilado. 6-2-1940.
10.- Ocaña Castillo, José. “El Blanco”. Fusilado. 6-2-1940.
11.- Orozco Cañas, Fernando. “Vizco Orozco”. Fusilado. 6-2-1940
12.- Requena Aguilera, Francisco. Fusilado. 6-2-1940.
13.- Rojas Merino, Francisco. “Rojitas”. Fusilado.6-2-1940.
14.- Ruiz Morente, Juan. Fusilado. 6-2-1940.
15.- Sánchez Ruano, Juan. “El Gilo”. Fusilado. 6-2-1940.
16.- Valenzuela Torres, Manuel. Fusilado. 6-2-1940.
17.- González González, Tomás. “Morrina”. 6-12-1939. Fusilado.
18.- Heredia Recuerda, Francisco. “León”. 6-12-1939. Fusilado.
19.- González Vallejos, Bienvenido. 12 años y un día de cárcel.
20.- Montilla Villa, Lorenzo. 20 años.
21.- Moreno del Pino, Rafael. “El Chili”. 20 años.
22.- Navarro Rubio, Carmen. Reclusión Perpetua.
23.- Quero López, Luis. 30 años de reclusión.
24.- Quesada Moreno, Josefa Inmaculada. 12 años y un día.
25.-Puerto Navas, Damiana. 6 años y un día.
26.- Padilla Márquez, Ana. 20 años.
27.- Romero Olea, Purificación. 12 años y un día.
28.- Ruiz Montilla, María Josefa. Sin datos.
29.- Rodríguez Torres, Miguel. 6 años y un día.
30.- Sánchez Serrano, Francisco. 12 años y un día.
31.- Simón del Pino, Benito. 6-12-1939. Fusilado.
32.-Torres Villa, Manuel, “Carita”. 12 años y un día.


 Rogaríamos a lo familiares de estas víctimas que se pongan en contacto con nosotros para obtener más información, y poder ofrecerles la que tenemos de ellos.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

creo que el emiliano rodriguez garrote eres tú o por lo menos el que ha escrito esas memorias.E incluso has metido nombres forzados que yo antes no habia leido en esas memorias.Piensa que esas memorias llevan un tiempecito bagando por hay.¿esto tambien lo reescribes?no tienes verguenza.

Nombres Porcuna dijo...

Vamos a ver, que aquí tiramos por tirar. El exto que se cita de Emiliano Rodríeguez Garrote es un texto literar. Tan solo se han corregido algunas erratas mecanografiadas. Está sacado concretamente del Capítulo IV, intitulado "Un consejo de guerra fantasma", páginas 19-21.

Las únicas aportaciones nuestras son los nombres de las personas que fueron juzgadas ese día, que hemos obtenido a través de los Consejos de Guerra y los Expedientes de Responsabilidades Políticas, amen de otra información.

No entendemos entonces cómo es posible que nos estemos inventado algo que tú mismo dices tener, es decir, el libro de Emiliano. Si por el contrario no lo tienes, gustosamente te lo puedo remitir, pues lo tenemos digitalizado en pdf.

Un saludo con algo más de vergüenza.