Por sus hijas, Eli y Sofía Arjonilla Alday
México, 2012
Carnet de las JSU. 1936 |
Nació
en Porcuna, Jaén el 2 de noviembre de 1912. Fue el cuarto hijo y el
primer varón de los ocho que tuvieron sus padres, Sofía Toribio Orozco y
Manuel Arjonilla Aguilera. Sus hermanos son Dolores, Primitiva,
Asunción, Pedro, Juan, Manuel y Antonia. Empezó muy pequeño a trabajar
como podador de olivos ayudando a su padre, ya que la familia no tenía
tierras y no pudo terminar ni el primer año de escuela. Eso no fue
obstáculo para que con el tiempo se volviera un ávido lector con una
vasta cultura.
A
los 13 años lo encarcelaron por primera vez por motivos políticos y
posteriormente luchó en la Guerra Civil Española a favor de la
República. Fue militante del Partido Comunista con el cargo de comisario
político. Durante la Guerra fue apresado por el enemigo, pero logró
huir saltando por una ventana desde un primer piso. Desafortunadamente,
su hermano Manuel murió en una trinchera luchando por la República. Por
estas razones, su familia es represaliada y humillada al volver a
Porcuna, una vez finalizada la contienda; les niegan el trabajo y acaban
emigrando a Barcelona. Posteriormente su hermano Juan emigra a trabajar
a Francia y se establece en Tours.
Antonio Arjonilla en el campo de Argeles Sur Mer (Francia) |
En 1939, al perderse la Guerra, emigra a Francia en donde lo internan en el campo de concentración de Argeles Sur Mer,
custodiado por soldados senegaleses. En 1940 logra embarcar en Francia y
va al Puerto de Havre de donde parte para Santo Domingo. Antes de
abordar, escucha la peculiar voz de un amigo de Torredonjimeno, Manuel
Ureña Arnedo, y lo localiza entre la multitud. Ureña junto con su esposa
Cipriana Vergara Aguayo trataban de encontrar lugar en el barco y
Arjonilla consigue que viajen juntos. A partir de entonces, nunca se
separarían y serán para Antonio como unos padres en el exilio.
Trujillo,
el dictador de la República Dominicana, permitió la entrada de los
españoles a Santo Domingo “para blanquear la raza” (1), y les dio
tierras para trabajar, pero tuvieron varios fracasos productivos debido a
su desconocimiento del clima tropical. Antonio vivió ahí 4 años, en una
colonia de españoles llamada Pedro Sánchez.
Perdió mucho peso y enfermó, y aún con fiebre alta logró pasar sanidad
para embarcar en 1944 en una goleta con un grupo de compañeros exiliados
rumbo al Puerto de Veracruz en México, país cuyo presidente, Lázaro
Cárdenas, les había dado asilo. Después de una travesía demasiado larga,
pues se perdieron, al fin llegan a puerto y se trasladan luego a la
ciudad de México. Tuvieron que internarlo en el Hospital de Beneficencia
Española en donde pasa un mes recuperándose.
Una
vez que pudo trabajar, Antonio Arjonilla hizo muchos tipos de trabajo
en México, tales como vendedor de latas, embutidos, calcetines, hasta
que terminó vendiendo plata. Con la ilusión de volver a España en cuanto
se pudiera, se casó con Bonifacia Cuenca Morales, una bilbaína recién
llegada de la URSS, quien aún adolescente había acompañado a los niños
españoles a ese país. Tuvieron una hija, Elia, y tres años después en un
segundo parto murieron Bonifacia y el bebé. Tras este duro golpe y por
lazos del negocio de la plata, Antonio conoce a Yolanda Alday Ceja,
joven mexicana, hija de artesanos plateros. Se casa con ella, quien cría
a Elia y tiene 5 hijos más: Sofía, Antonio, Yolanda, Estrella y Manuel.
Todos son educados en el Colegio Madrid,
fundado por refugiados españoles y que hasta la actualidad sigue sus
principios. Es emocionante saber que en el Colegio Madrid se sigue
cantando el Himno de Riego, al menos cada 14 de abril. Ahí han estudiado
parte de sus nietos y hoy en día dos bisnietas.
En
1956 pide dinero prestado para poder ir a Francia a ver a sus padres,
pues un amigo que había entrado a España clandestinamente le avisa que
su padre va a morir pronto. Franco le tiene prohibida la entrada a
España por lo que tiene que pagar el viaje a su familia extensa para
poderse reunir en Tours, donde ya vive su hermano Juan.
Durante
gran parte de su vida en México Antonio Arjonilla sigue trabajando
políticamente para recobrar la democracia en España. En México se crean
diversas casas regionales de España, él se incorpora al Centro Andaluz,
donde se realizan fiestas y otras actividades en las que los refugiados
donan regalos que van desde talcos hasta lavadoras, según sus
posibilidades. Esos artículos se rifaban o vendían para recaudar dinero
que se enviaba a España para los presos políticos.
Antonio Arjonilla en la "Joyería Jaén" |
Antonio
tuvo un pequeño negocio mayorista de plata en un pisito en el centro de
México. Pasados unos años, su esposa, Yolanda se une a él como
colaboradora, logrando abrir su primer negocio al público, la Joyería
Jaén, en 1960.
En 1972 por primera vez puede entrar Antonio en España, gracias a la gestión del Dr. Tena, al cual conoce en su negocio.
Diversas
personalidades de izquierda visitan en México a Antonio durante esos
años y, al lado de Ignacio Gallegos, él participa acompañado por su
mujer en la primera campaña política del Partido Comunista legalizado en
España.
Murió
en 1997 en la Ciudad de México a los 84 años de edad. Tuvo una vida
saludable y feliz y siempre dijo que volvería a hacer lo mismo si
volviera a vivir. En 2008 muere su esposa Yolanda. Les sobreviven sus 6
hijos, 11 nietos, 4 bisnietas y en octubre del 2012 nacerá el 5°
bisnieto (o bisnieta).
Una pincelada poética:
Al principio de la Guerra Miguel Hernández hace una visita a los podadores de olivos en Porcuna y entrevista a Antonio Arjonilla, misma que sale publicada en un periódico de la época.
Posteriormente el poeta escribe su poema Andaluces de Jaén:
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
…
Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
1 Véase la novela de Mario Vargas Llosa La fiesta del Chivo
NOTAS DE TODOS LOS NOMBRES DE PORCUNA:
La
semana pasada tuvimos la ocasión de conocer personalmente a Sofía
Arjonilla, proveniente de México, y que desde Madrid bajó a nuestra
calurosa Andalucía para platicar con nosotros. Sofía es una persona
entrañable, sencilla, culta, involucrada con el mundo que nos rodea y
comprometida socialmente. Creo recordar que la primera vez que nos
pusimos en contacto fue en abril de este año. Nosotros nos sumergíamos
por primera vez en otro de los jirones producto de la historia, que por
mucho que se haya escrito, es bastante desconocido, el exilio, los
apátridas, la lucha antifascista europea, y los intentos de llevar la
democracia a España desde el exterior. La breve biografía que aquí nos
narra Sofía, es eso, breve, intensa, pero demasiado breve. Antonio
Arjonilla fue un hombre coherente con sus ideales, un luchador, un
idealista que materializó en vida la praxis. ¡Sencillo fue, y así
murió!. Fueron muchas las penalidades que pasó, muchas las batallas
perdidas, pero gracias a su homérica odisea logró salvar la vida, sembrar semillas a su paso, mientras otros las segaban.
En
nuestros breves encuentros alrededor de una caña y un tinto de verano,
Sofía nos ha narrado más detalles de la vida de su padre y su familia
que no quedan reflejados en la biografía, pero que sin duda darán juego
para próximas entradas en nuestro blog, pues como decimos, la vida de
Antonio Arjonilla dá para un libro o varios. Su paso por la guerra de
España como comisario político y de alta graduación militar (sin que
sepamos cuál); la retirada del ejército republicano a Francia y el
consecuente calvario en los campos de concentración franceses; la
emigración como refugiado a Santo Domingo primero, y a México después;
así como otras historias que parecen más una novela que la dura
realidad. Decir también, de paso, que Antonio Arjonilla fue uno de los
precursores del PCE en Porcuna durante la transición, comprando de su
bolsillo la sede de éstos en el Llanete Padilla. Antonio tiene mucho más
que contarnos y prometemos que así lo haremos. Gracias Eli, gracias Sofía.
Fotografía: cedida por la familia Arjonilla.
Apartado de correos nº 47-23790. Porcuna (Jaén)
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3 comentarios:
Enhorabuena. Imagino que este tipo de relaciones con descendientes de los represaliados y olvidados tienen que ser de lo más reconfortante. A seguir en la brecha. Cualquiera que tenga una mínima sensibilidad tiene forzosamente que emocionarse con estos reencuentros con la historia de estas personas. Las fotografías maravillosas.
Ciertamente lo son Alberto. Frente al miedo y el olvido al que fueron condenadas tantas familias en Porcuna; es reconfortante salir de sus estrechas fronteras y viajar a Cataluña; Comunidad Valenciana; Madrid, Francia, Argelia o México. De estos exiliados, unos desterrados, otros apátridas, estamos consiguiendo una valiosísima información. Los desterrados, sus descendientes, ya no tienen nada que ver con la sociedad caciquil de la Porcuna de posguerra; no conocen al párroco o al alcalde de aquella época; entonces hablan con total libertad, sin pelos en la lengua, citando nombres, lugares, hechos, y vivencias que difícilmente obtenemos en la propia Porcuna. Cuarenta años de dictadura fueron muchos, y entiendo que la gente sea aún reticente a hablar del pasado.
Un saludo
El corazón no tiene cabida para olvido. Gracias Sofia
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