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sábado, 7 de julio de 2012

Cartas desde la cárcel: "Recuerdo para mi hijo, su padre Juan". 1ª Entrega


Posando en el estudio. Juan Pérez Zumaquero,
Juan Pérez Zumaquero, en una foto de estudio

Comenzamos una nueva serie de publicaciones que bajo el título "Cartas desde la cárcel" pretende acercar al lector al mundo penitenciario de posguerra. Las misivas, evidentemente, están escritas por los reos condenados por los tribunales militares facciosos, y los destinatarios suelen ser por regla general los familiares más cercanos. De estas cartas han logrado salvarse algunas, aunque no todas. De las remitidas por los familiares a los presos, son pocas las que nos han llegado, habiendo sido destruidas por los funcionarios de prisiones en el caso de los reos condenados a muerte.  También las hay pediendo clemencia, aunque nosotros no disponemos de ninguna. Otros documentos, como postales, diarios, o la propia transmisión oral podrían completar el hecho histórico.

Las cartas, tanto las de salida, como las de entrada, tenían que pasar obligatoriamente por la censura de la prisión, aunque alguna, como la que hoy traemos aquí, pudieron filtrarse y llegar a sus destinatarios a través de los familiares o amigos que visitaban a los condenados. La mayoría, como decimos, pasaron por la censura de la prisión, y en consecuencia cualquier referencia o crítica al nuevo régimen fue suprimida de las mismas. El prisionero aprendió pronto a sortear la censura y a los censores, bien a través de un precario lenguaje encriptado, que iría perfeccionándose con el paso de los años, bien mediante circunloquios o prosopopeyas; amén del comienzo de las primeras organizaciones clandestinas dentro de los presidios.

La misiva que hoy traemos la dirige Juan Pérez Zumaquero a su hijo, Juan Pérez Montilla, que nació estando su padre en la cárcel de Jaén y al que apenas pudo ver en contadas ocasiones. Juan Pérez Zumaquero fue un hombre de su tiempo, un luchador comprometido social y políticamente con las capas más humildes  de una sociedad a todas luces injusta. Vinculado sindicalmente a la UGT y políticamente al PSOE, donde ocupó varios cargos, durante la contienda se marchó voluntario a combatir por la República alcanzando el grado de teniente. Fue detenido en Valencia finalizada la contienda por un paisano suyo. Su idea originaria era pasar a Francia, pero el avanzado estado de gestación de su esposa, Ana María Montilla Casado, le hicieron desistir del intento volviendo sobre sus pasos. Trasladado a prisión provincial de Jaén, sería juzgado por un tribunal faccioso y condenado a la pena de muerte, siendo fusilado el 30.12.1940, en el cementerio de San Eufrasio. De él, por suerte, y gracias al tesón de su hijo, que ha movido cielo y tierra para reparar las injusticias cometidas, tenemos muchísima documentación. Al margen de sus publicaciones asiduas en el periódico Democracia, nos han llegados sus cartas, así como un diario que escribió en las cárceles por las que pasó, pero eso es otra historia. 

Os dejamos sin más preámbulos con la carta de un padre a su hijo, ante la impotencia de verlo crecer, educarle y amarle. ¡Gracias Juan!.

"se un hombre honrado y estudioso, aborrece la maldad y la injusticia, desprecia la servidumbre, ayuda y ampara al débil, y al necesitado, serás siempre un hombre libre, deberás despreciar al que quiera esclavizarte, no admitas jamás que te avasallen, los poderosos y los ricos, supérate en hacer siempre bien, no pienses jamás en hacer mal a nadie"


Posando: el teniente Juan Pérez Zumaquero (con pipa)
Juan Pérez Zumaquero con el grado de teniente. De pie y fumando en pipa


Recuerdo para mi hijo, su padre Juan 

En la prisión de Jaén el día 12 de mayo de 1940

Queridísimo hijo, aunque todavía eres un ángel para poder saber lo que este escrito contiene, quiero mandártelo como un recuerdo sagrado de tu padre, para que cuando la naturaleza te haga hombre y la luz de la inteligencia alumbre tu cerebro puedas leer estos consejos, y esta declaración de conciencia que tu padre te hace. ¡Ojalá! sea yo quien te la lea algún día, pero si por azar de la vida yo no pudiera hacerlo, te pido, hijo del alma, que lleves a la práctica todo lo que aquí te digo. Igualmente te digo que si no llegases a conocer a tu padre, no creas jamás que fue malo.

Hijo querido aunque no me falta ni la fe ni la esperanza de verte algún día y besarte, tampoco debo negar que mi vida depende en estos momentos de mis acusadores de los cuales nada bueno puedo esperar, ya que les empuja una ola de odio que les ciega la vista, y les corrompe la conciencia. Si se llegase a perpetrar contra tu padre el crimen que tienen tramado, morirá como los hombres, tranquilo y sereno, trasmitirá sus últimos besos para ti, y para mamá, pediré seas bueno con ella, que todo se lo merece, mamá es una santa, quiérela mucho, se un hombre honrado y estudioso, aborrece la maldad y la injusticia, desprecia la servidumbre, ayuda y ampara al débil, y al necesitado, serás siempre un hombre libre, deberás despreciar al que quiera esclavizarte, no admitas jamás que te avasallen, los poderosos y los ricos, supérate en hacer siempre bien, no pienses jamás en hacer mal a nadie.

Así pensaba tu padre, al que tú no conocistes, y por pensar de esa forma fue condenado a muerte, pensaba en una humanidad justa donde no hubiese explotadores ni explotados, fue enemigo de una sociedad injusta, donde al obrero se le quería tener como una bestia de carga, donde sólo tuviese derecho al trabajo. Así pensaba tu padre al que tú no conocías cuando preso se encontraba. Tú vinistes al mundo cuando paredes y rejas de hierro prohibían a tu padre correr a tu lado, tenderte los brazos y recibirte, con el gozo, la alegría y deseo que tanto ansiaba él. No le conocías no y no se si llegarás a conocerle algún día. Si la fatalidad no lo permitiese, que te besara, te pido que sigas mis consejos, a mamá le encargo que te bese en mi nombre y que te hable de mi cuando seas mayor, para que no me olvides. Que no pienses jamás mal de tu padre, siempre fue honrado, no lo condenaron por ladrón, ni por criminal, puedes caminar por todas partes con la cabeza muy alta, que por nada tienes que avergonzarte, los que no podrán vivir tranquilos con sus conciencias son los causantes de mi suerte. Yo espero tranquilo mi destino, mi conciencia está tranquila, y mi inocencia probada, que dispongan los que puedan de mí, todo lo espero. Sin más quiere mucho a mamá, a los abuelitos, a los tíos, se bueno y ayúdales cuando seas hombre y lleva siempre como recuerdo el nombre de tu padre, el que tanto te quiere y te manda muchos besos toda la vida, y espera cumplas sus consejos .

Tu padre Juan Pérez

Carta de Juan Pérez Zumaquero a su hijo, Juan Pérez Montilla, el 12 de mayo de 1940
Para finalizar, después de esta desgarradora misiva, invitamos a los lectores a desempolvar los baúles, hurguéis en los cajones, hatillos de fotos "viejas", para recuperar la memoria social de aquellos, que sin duda, no merecen que su nombre se pierda en la Historia. Aquí estaremos para publicarlas, si así es vuestro deseo. Gracias.

Fuentes:
- Fotografías y carta de Juan Pérez Montilla, al que agradecemos enormemente su autorización para ser publicadas.


Apartado de correos nº 47-23790. Porcuna (Jaén)


Regala un libro para escribir otro.
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