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miércoles, 20 de junio de 2012

A Manuel Salas, de su nieto Sergio Merino Salas


Manuel Salas Gascón en una foto de 1983
Foto: César Cruz
Noventa y un años dan para mucho. En todos los sentidos. Si eres el más cabrón de todos los humanos, te da tiempo a acabar con la raza humana. Pero si el día de tu funeral está todo un pueblo presente, si tu partido te hace un homenaje y si, a pesar de ello, tus no tan amigos políticos están presentes compungidos, es porque algo has tenido que hacer bien. Porque noventa y un años dan para mucho. En todos los sentidos. Si eres el más noble de todos los humanos, te da tiempo a redefinir la palabra hombre. 

Y si el día de tu muerte, en tu cama, en tu casa, te están limpiando los “sudores de la muerte” tus dos hijas, tiene que ser porque eres rico. ¡Cuántas fortunas completas pagaría don Amancio por tener esa suerte! Pues nació entre pobres, y así creció. Mientras miraba a través de los escaparates los jamones y los quesos, se preguntaba en la vida si llegaría a tenerlos en su casa. Cuando le preguntaba a su madre si había algo para comer, que tenía hambre, se preguntaba si tendría para darle de comer a sus hijos… No hay más ilustrativo que la foto de papa Juan (no hay otra forma de llamarlo a pesar de que sea mi bisabuelo) allá por los años cuarenta o cincuenta, ganando un premio en la feria real por hacer aguaderas. Enjuto y encorvado, con unos cincuenta o sesenta años, con un blanco y negro de la foto que hace que sea más fuerte aún el mensaje que quiere dar, papa Juan estaba sentado en la avenida Queipo del Llano, delante de la casa de Don Pedro Funes, haciendo sus aguaderas perfectas en el mínimo tiempo. Nació como pobre, en las cuatro esquinas, y murió como rico, en su casa, con sus hijas, en una calle con su mismo nombre. 

Porque Miguel de Cervantes tendrá miles de calles en España con su nombre. Hasta Pablo Iglesias las tiene. El generalísimo Franco las tuvo y las tiene. Pero de ninguno de ellos se puede decir que murieron en una calle con su mismo nombre. Más de diez años después de su salida de la política, con la cabeza aún aquí, con un acto discreto para algunos homenajeados, y con pompa y boato para otros, vio su nombre en dos placas en sendas esquinas de su calle, aunque en una de ellas durara dos días…

Pero no todo es oro, a veces solo reluce. Y no todo en la vida son luces… noventa y un años dan para mucho. 
Primera corporación democrática, abril de 1979
Primera Corporación democrática de Porcuna en 1979. Manuel Salas, alcalde, en el centro. Foto: César Cruz
Sin embargo, para eso están las balanzas, que no los juicios, y si la gente lo quiso, si la gente llora su ausencia, a pesar de que sus últimos años los dedicó a su familia y su casa, a su huerto y su lectura, a sus alucinaciones y búsqueda de las identidades de las personas que lo rodeaban, será por algo. 

Es por eso que desde Vigo, con la vista de su ría, con la piedra granítica que marca el carácter gris de la ciudad, acompañada hoy de viento desapacible y llovizna caladera, mojatontos, chirimiri… solo queda un miserere de fondo para que el día sea marcado en la historia por triste. 

Se ha ido. Y la impotencia por no poder estar allí es mucho más dura que la tristeza de que ya no está. Y es que uno elige en la vida. Estoy seguro de que él me diría que, hasta ahora, el camino es bueno. Pero siento que le he fallado. A pesar de que los últimos días los seguía en directo, buscando su bienestar, llorando su futura ausencia… 

Su último acto público fue hace unos meses, no más de tres. Siempre decía que el encontrar a una mujer buena era uno de los pasos más importantes de una vida. Suerte que llegó a conocer a Cris y a ver nuestra boda. Todavía lo escucho decirme “con paso firme…”. Y es que tiene frases que merecen pasar a la Historia, podría ser un Confucio de pueblo, un Sócrates actual…
Manuel Salas Gascón, Alcalde de Porcuna a las puertas del Ayuntamiento.
Manuel Salas, en 1980, invitando al pueblo a entrar en el Ayuntamiento. Foto: César Cruz.
Porque “la vida es un camino recto y las curvas se las ponemos nosotros”. ¿Cuántos años se han de vivir para llegar a esa conclusión? Exactamente noventa y uno. Nadie escarmienta en cabeza ajena, pero no hay nada mejor que alguien que te dé esos consejos. 

Una vida llena, una mujer con carácter (mi abuela, siempre presente, sesenta y cinco años juntos, que se dice pronto), buenos amigos, ideales fuertes, un hijo enfermo (el titotavio), unas hijas siempre a su lado, un hijo en la distancia, que en cada momento encuentra la posibilidad de rendirle homenaje y devoción… Una guerra, una huida, un campo de refugiados, una sensación del deber, un casi combate, un castigo, un servicio militar, mucha hambre… Que se escribe pronto, pero se lleva durante una vida…

Muchos nombres rondaron mi cabeza desde que era niño, sin saber aún qué era una guerra, qué era un rojo, quién era Franco. Torredelcampo, Siles, Bailén, Castel de Ferro, Granada, Rota, Teruel, Fascina, Tarifa… Todo eso lo aprendió él cuando tenía mi edad de entonces. Con quince años ya sabía qué era una guerra y un campo de refugiados;con dieciséis qué era vivir acogido en un pueblecito en medio de la sierra de las Villas; con diecisiete conocía qué era instrucción y qué era un vagón de mercancías,transportando personas, sin más ventilación que un roto (hecho a consciencia por aquellos de sus compañeros que no murieron en el viaje), y durante los años siguientes aprendió qué era un servicio militar de postguerra y qué era un camisa azul caprichoso armado y un capitán excelente persona. 
Entierro de Manuel Salas Gascon
Funeral de Manuel Salas Gascón el pasado 15 de junio de 2012. Foto: Arqvipo cedida Deporcuna.com
Todavía lo veo de pie en su terraza, asomado al balconcillo que da al huerto. Entreteniéndose con los pájaros, con sus pensamientos, con las hojas de las higueras meciéndose con el viento, con sus adentros… y acompañando ese mágico momento, como banda sonora, las latas que deberían espantar a los pájaros. Así seguirá en mi memoria hasta que me llegue el momento de perderla. 

Adiós Abuelo. Que tu recuerdo no se pierda nunca en Porcuna.
Sergio Merino Salas

19.06.2012
NOTAS:
- Sergio Merino Salas, nietos de Manuel Salas Gascón, remitió este texto vía e-mail el 19.06.2012.
- Primera corporación municipal democrática de 1979. Foto de César Cruz. Integrantes de la foto de izquierda a derecha:


D. Ricardo Jurado Dacosta (UCD)
D. Francisco Madueño Velasco (UCD)
D. Manuel Güeto Montilla (UCD)
D. Benito Pérez Delgado (UCD)
D. Celedonio Millán del Pino (PSOE)
D. Juan Gallego de la Torre (PSOE)
D. Manuel Casado Moreno (PSOE)
D. Manuel Salas Gascón (PSOE)
D. Francisco González Moreno (PCE)
D. Eduardo Ruiz-Capillas López (Secretario del Ayuntamiento)
D. Domingo Ballesteros Ruiz (UCD)
D. Rafael Lendínez Pulido (PSOE)
D. Luis Cabeza Millán (PSOE)
D. Cayetano Ruiz Vallejos (UCD)

Las notas son responsabilidad de Todos los Nombres de Porcuna; y las imágenes de sus autores.

1 comentario:

  1. Preciosa y sentida reflexión. Manuel estará muy orgulloso allá arriba.

    Es increíble que con 16-17 años unos niños tuvieran que ir a la guerra, y tantos se quedaran allí sin poder disfrutar de la vida, otros 75 años, se dice pronto.

    Que no se repita.

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