Manifestación por Andalucía. Fuente: Centro de Estudios Andaluces (2011) |
Si echamos un vistazo a la “galería de hijos ilustres o adoptivos” del pasado siglo XX en Porcuna, tanto en la obra de Eugenio Molina R. de Aguilera (1925), como en la de Manuel Heredia Espinosa
(1994), encontraremos tres particularidades que hoy serían reprobables
por una sociedad que se autodenomina “igualitaria”, “democrática” y
defensora de los Derechos Humanos. A saber: los valores ensalzados
otrora por las autoridades no fueron otros que la milicia, la sangre
(propia), la patria, y las heroicas gestas de armas; sin olvidar su
participación en intrigas palaciegas, asonadas, golpes de estado y
consecuentes crímenes; mezclados con piadosos personajes, místicos
hombres que blandían la cruz como si de una espada se tratase en su
peculiar misión evangelizadora; y, finalmente, toda una saga de
políticos, endémicos y endogámicos, viva imagen del conservadurismo
agrario español, verdadera plaga bíblica de langosta, donde convergía la
posesión de la tierra, con el omnímodo poder en las instituciones
políticas y sociales de la época. La segunda particularidad, nada
desdeñable, es la inexistencia del sexo femenino entre tanto héroe y
testosterona, como si en Porcuna no hubiese habido mujer alguna -sin
incluir a la patrona- que por méritos civiles, humanos o mundanos,
sobresaliese por otras cualidades que no fuesen las espirituales o el
acarreo sudoroso de cántaros en plena batalla contra el gabacho. Amas de
casa, maestras, parteras, enfermeras, escritoras, sufragistas, …, el
llamado despectivamente “de profesión su sexo o sus labores”, de
izquierdas o de derechas, son y han sido relegadas al olvido,
cosificadas dentro de una sociedad falócrata e intransigente. La
tercera, igual de repugnante, es que este año se cumple, en el mes de
noviembre, sesenta años de la concesión de la primera “Medalla de oro y brillantes de la ciudad” a Franco, el mayor “criminalísimo”
de la Historia de España, y al que nada le debemos los porcunenses,
salvo el dolor y el hambre sufridos como consecuencia de su golpe de
estado. Vergüenza nos debería de dar a los ciudadanos de Porcuna, no ya
por el incumplimiento de la llamada Ley de Memoria Histórica, sino por
higiene democrática, que un dictador siga ostentando honores y
distinciones que deberían estar reservados a aquellos que le
combatieron
"no entiendo como un poder civil puede conceder honores y distinciones a un orden claramente diferenciado como es el poder eclesiástico"
La
fidelidad, el clientelismo, una monarquía decadente y dos dictaduras
nos han dejado un siglo XX erosionado, una serie de huellas
arqueológicas propias de misóginos y evergetas, en forma de adopciones,
placas conmemorativas, medallas, cruces y viejos rótulos callejeros
desconchados, que ufanos y soberbios, retan el paso de los años,
conmemorando lo mejorcito de cada época de la historia, cuando no de la
histeria colectiva, en forma de cruz de los caídos por Dios y por la
Patria.
Ha sido el PP de Porcuna, si no recuerdo mal, el mismo que en 1980 nos decía “Andaluz, éste no es tu referéndum”,
el que ha convertido el 28 de Febrero en el Día o la Gala de Andalucía,
de los hijos ilustres y adoptivos, de las chatarreras, los diplomas y
premios de consolación. Desconozco sinceramente si el Ayuntamiento de
Porcuna tiene una ordenanza o reglamento de títulos, honores y
distinciones para “premiar” a los hijos u otras personas los
“servicios” prestados a la comunidad, a Porcuna. Desconozco, dicho sea
de paso, los principios y criterios que deben guiar esas concesiones,
aunque suponemos, por paralelismo en otras administraciones, que no hay
otras opiniones salvo las del Alcalde, el Pleno Municipal y algún
“asesor” que suele saber de todo y de nada. Tampoco, por seguir
hendiendo, el pueblo, al que no se le ha pedido opinión, conoce el
expediente acreditativo de sus merecimientos, salvo cuando todo el
pescado está vendido, allí en el auditorio del viejo cine, encorsetados
en sus trajes, con sus corbatas ahogadizas, y por “ovatio”, como si del
senado romano se tratase, el “hijo”, adoptado sin pasar por el hospicio,
consigue las bendiciones populares.
"Ha sido el PP de Porcuna, si no recuerdo mal, el mismo que en 1980 nos decía “Andaluz, éste no es tu referéndum”, el que ha convertido el 28 de Febrero en el Día o la Gala de Andalucía, de los hijos ilustres y adoptivos, de las chatarreras, los diplomas y premios de consolación".
Pues
bien, este 28 de Febrero de 2013 tendremos un nuevo “hijo adoptivo” de
Porcuna. Desconozco cuáles son sus merecimientos, salvo las notas
autobiográficas que he leído a través de la web del Ayuntamiento de Porcuna,
donde el homenajeado nos relata sus méritos, que son los que tocan,
pues los deméritos tendrían que contarlos otro. No voy a entrar, y
además no lo sé, en qué ha consistido su labor evangelizadora desde que
fuese párroco o profesor en Porcuna. Buenas personas ha habido siempre, y
no han sido merecedoras de ningún distingo, y creer en Dios, difundir
su palabra y hacer su trabajo en suma, como cualquier obrero u
oficinista, no debiera ser merecimiento alguno digno de encumbrar.
Además, no entiendo como un poder civil puede conceder honores y
distinciones a un orden claramente diferenciado como es el poder
eclesiástico, que ya en su organigrama de funcionamiento tiene
perfectamente engrasados sus ascensos y reconocimientos desde que son
tonsurados. Es como si el pleno municipal de Porcuna nombrase presidente de gobierno a Rajoy, cuando evidentemente no le corresponde.
Sí, este reverendo padre desde hace años es el Presidente de la Comisión de Causas de Santos, o lo que es lo mismo, el encargado de proponer los procesos de canonización de los mártires religiosos asesinados durante la pasada contienda civil.
Uno de los más grandes literatos y pensadores que ha dado el siglo XX, José Saramago, nos decía “somos
la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria
no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”.
Pues bien, para aquellos que piensen que los que nos dedicamos a la
Historia y la recuperación de la memoria social de nuestros olvidados y
lastrados antepasados, no merecemos ni el suelo que pisamos, ni los
alimentos que ingerimos, así como que nuestra lucha consume recursos de
los que carecemos en tiempos de crisis, les diré, sin ninguna
animadversión personal, que nuestro párroco adoptivo desde hace
muchísimos años, y gracias en parte a los medios económicos que le
proporciona la Iglesia católica (una parte es dinero público), se dedica
en cuerpo y suponemos que en alma, a la recuperación de la memoria de
los santos mártires caídos en la cruzada contra el marxismo. Sí, este
reverendo padre desde hace años es el Presidente de la Comisión de
Causas de Santos, o lo que es lo mismo, el encargado de proponer los
procesos de canonización de los mártires religiosos asesinados durante
la pasada contienda civil. Es precisamente en 2007, en pleno debate de
la llamada Ley de Memoria Histórica, cuando el obispo de Jaén le
encarga, como si de una nueva contrarreforma se tratase, impulsar el
“estudio histórico, serio y bien fundamentado sobre los avatares” de la
Iglesia entre 1936-1939. El resultado no se hizo esperar, y en 2010 en
la sacristía de la catedral de Jaén, se presentó el libro de Manuel
López Pérez, “La persecución religiosa en la provincia de Jaén. 1936-1939”.
Su afán por canonizar, e incluso beatificar si se diese el caso, a los
santos mártires lo ha llevado en varias ocasiones a Roma para
entrevistarse con altas personalidades eclesiásticas y exponerle el tema
de marras, entre los que se encuentra su propio tío, Manuel Aranda Espejo,
asesinado en Monte López Alvárez (Martos), cuya asociación también
preside en lo que parece ser una nueva “cruzada” adaptada a los nuevos
tiempos.
Nuestro
párroco se ha dejado caer en los últimos años con algunas perlas en la
Revista de la Cofradía de Alharilla (RCA), donde nos ha narrado, sin
demasiado rigor histórico, los martirios sufridos por varios religiosos,
entre los que se encuentran seis porcunenses, aunque sólo uno fuese
asesinado en Porcuna un 14 de diciembre de 1936. Se trata de Felipe
Vallejo Molina, del que nuestro adoptado párroco nos dice que “le
mataron porque era sacerdote y por la labor que llevaba, anunciando y
propagando la Religión Católica” (RCA:2011:26),
sin citar la fuente de procedencia, si bien pudiera ser el sobrino del
fallecido, el también cura Rafael Vallejos (que no cita, pese a tener
varios escritos sobre su tío). Tampoco menciona en el martilogio
que el cura Felipe Vallejos confundía ciertamente las labores divinas
con las mundanas, al participar con cierto descaro en la política de los
años veinte y treinta del pasado siglo (cfr. Victoriano Guisasola Menéndez).
Fue concejal durante la dictadura de Primo de Rivera, alfonsino
convencido y militante activo del partido de Renovación Española, de
orientación derechista que finalmente se integró en Falange.
Naturalmente, esto no es óbice para que fuese asesinado. Tampoco nuestro
adoptivo presidente de la “Comisión Causas de Santos” hace mención
alguna a los demás párrocos o religiosas que salvaron su vida gracias a
la intervención de las autoridades republicanas, como pudiera ser el
caso de Ramón Anguita que vivió en zona roja; o las hermanas de San José, que siguieron con sus labores y atendiendo a los heridos en el hospital de San Benito.
Finalmente,
para no extendernos más, considero que no es la persona más indicada
para otorgarle el título de hijo adoptivo de Porcuna; ya que en ninguno
de sus escritos, como religioso que es, hay palabras de reconocimiento a
las otras víctimas, a los miles de asesinados, encarcelados, torturados
y represaliados por un régimen, el franquista, que tampoco condena.
Jesús nunca estuvo al lado del poder, y precisamente fue el poder quien
lo mató, ¿por qué tendríamos nosotros que reconocer a un hijo adoptivo
que excluye a los otros, los vencidos, y menosprecia con su silencio los
derechos humanos?.
Arturo Pino.
28.02.13. Proyecto TLNPorcuna.
No merece la pena hacer ningún comentario, me da pena que todavía haya gente que sea capaz de pedir y no dar. Solo decirte Arturo: no hagas con los demás lo que no quieres que hagan contigo.
ResponderEliminarEstimado Arturo, suscribo de la A a la Z tu entrada, aunque con sólo dos breve párrafos hubieran sobrado para decir lo expuesto.
ResponderEliminarCon referencia al comentario anónimo, que tiene todo el derecho de estar en contra, decirle, con mi nombre y apellidos, que no lo tiene para dar consejos a alguien que además de desempolvar los archivos de vuestra historia, también recupera la memoria de varias generaciones, sin la cual sería imposible tener identidad y mucho menos futuro.
Santiago de Córdoba
no se trata de derecho se trata de respeto al que no piensa como vosotros.
ResponderEliminary por desempolvar cuando se desempolva da la casualidad que se desempolva todo y vuestro problema es que solo quereis ver una parte de la historia y la historia es un todo .
Me entristece de que haya gente como Arturo la verdad me da pena.
El reconocimiento otorgado a este sacerdote parece claramente inducido por una especie de comité de notables locales que despóticamente se arrogan el sentimiento popular. No deja de ser una muestra palpable más de la ideología cateta y totalitaria que subyace entre quienes rigen los destinos de nuestro querido pueblo Creo que viene a ser como el colofón a esa incógnita y vergonzosa reposición de la Cruz de los Caídos en el ábside exterior de la iglesia parroquial. Sigue en la brecha y no decaigas. Y el adoptado, que se vuelva al hospicio y a sus causas de santidad montado en su caballo de hidalguía.
ResponderEliminares muy facil, que se presente Arturo a alcalde y veras como los progres sois cuatro.LOS DEMAS CATETOS.Prefiero una Porcuna cateta que a una pandilla de descerebrados que solo les sirve la historia y este tipo de memoria para reafirmarse en su ideologia.!PUES NO HAY COSAS QUE HACER EN LOS TIEMPOS QUE VIVIMOS!
ResponderEliminarLo cierto es que Anguita tampoco se puede decir que siguiera con su vida normal... el hombre de ocultó y tuvo suerte de que no indagasen demasiado sobre su paradero.
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